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Lo que queda dentro de mí: La historia de este libro y la herida que lo inició

  • Foto del escritor: Feroz Anka
    Feroz Anka
  • hace 3 días
  • 6 Min. de lectura

Empecé a escribir este libro no con una idea, sino con un dolor.

Por eso la historia de Lo que queda dentro de mí no comienza con una taza de café sobre la mesa, sino con ese dolor conocido asentado justo en el centro de la caja torácica.

Era de noche.

La hora no importaba; después de cierto momento uno ya no mira el reloj, mira su soledad para saber qué hora es.

En la casa todos se habían callado, pero la multitud dentro de mí no.

Y en ese punto, las palabras que llevaban años dando vueltas en mí se convirtieron en una sola frase:

«Que ya no se quede dentro de mí.»

No pronuncié esa frase en voz alta.

Solo tomé el bolígrafo.

Y para ser sincera: empecé a escribir no como una «escritora», sino como alguien derrotada.


La herida de la que nació este libro: Las rupturas a las que no sabes poner nombre

Lo que llamamos una «ruptura emocional» casi nunca es un solo hecho.

Alguien te abandona, alguien calla, alguien traiciona, alguien llega tarde…

Pero la verdadera ruptura ocurre en el lugar donde no puedes hablar de nada de eso.

Para mí también fue así.

La herida de este libro no nació de una gran tragedia dramática digna de una pantalla de cine.

Vino de un lugar mucho más silencioso.

De una disculpa que nunca supe decir a tiempo, de una promesa que no pude cumplir, de unas cuantas escenas en las que no pude defenderme y, sobre todo, de los momentos en los que me abandoné a mí misma.

A veces no pierdes a otra persona; te pierdes a ti.

Al mirar atrás ves que lo que realmente «quedó dentro de mí» no fue lo que no pude decir a los demás, sino lo que nunca logré decirme.

Este libro no es un proyecto literario; es una confesión tardía escrita desde el lugar donde intenté enterrarme.


Ya estaba en camino antes de partir...

Lo comprendí después: este libro no empezó la noche en que me senté a escribir.

Formaba parte de un viaje interior que había comenzado mucho antes.

Antes de verse obligado a «enfrentarse al mundo interior», uno pasa mucho tiempo intentando huir.

Yo hice lo mismo.

Me refugié en el trabajo, en las ocupaciones, en los juegos mentales, en la frase «Da igual, se pasará».

No se pasó.

Entendí mucho después que lo que no pasa no es el dolor en sí, sino el dolor que no se puede nombrar en voz alta.

Lo que queda dentro de mí nació exactamente en ese punto:

Una noche en la que dejé de huir, me senté en la silla y dije: «Hoy no voy a esconderme de mí misma.»

Ese día fui al menos así de sincera conmigo:

«Esto no va a ser un texto de autoayuda.

No será la historia de éxito de una vida bien ordenada.

Será el expediente abierto de un mundo interior que no se ha recompuesto.»

Por eso, Lo que queda dentro de mí no es para mí una «guía para el lector»; se parece más a mi expediente íntimo dejado sobre una mesa, a medio leer, con lágrimas secas en los márgenes.


Escribir fue la primera audiencia del juicio que entablé contra mí misma...

Dentro de mí había un tribunal invisible; yo era la fiscal, la acusada y la jueza.

La que preguntaba «¿Por qué te quedaste callada?» era yo, y la que susurraba «Tenía miedo» también era yo.

La que reclamaba «Han pasado años, ¿sigues ahí?» era yo, y la que no podía decir «Sí, sigo aquí» también era yo.

En un momento me di cuenta de que ese juicio interior nunca llegaría a una sentencia oficial. Porque cuando una persona intenta al mismo tiempo condenarse y perdonarse, el expediente nunca se cierra.

Entonces probé otra cosa: convertí el expediente del caso en literatura.

Dije: «Que Lo que queda dentro de mí se convierta en un libro.»

Que las frases que llevo dentro no sean solo pruebas, sino también testimonio.

Por eso estos textos no son «consejos que prometen sanación», sino más bien líneas que dicen:

«Mira, yo también estuve ahí. No estás solo; incluso tu vergüenza tiene una hermana.»


La primera frase: El rasguño que rompe el hielo del silencio.

No voy a repetir aquí la primera frase que escribí aquella noche.

Porque sigue dentro de mí y quiero que permanezca como un pequeño secreto entre el lector y yo.

Pero puedo contar esto: mi mano no tembló al escribirla.

Lo que tembló fue el silencio que empezó donde terminaba la frase.

Había tinta en el papel; dentro de mí había un duelo cubierto desde hacía años.

Lo que escribí no fue un gran hallazgo literario, pero para mí significaba esto:

Ya no pesaba tanto como mi silencio.

Ya no tenía que tragarme las palabras.

Recordar ya no tenía por qué ser solo sinónimo de dolor.

Tal vez para quien mira desde fuera era una frase inicial cualquiera.

Pero en mi caja torácica, cada letra que salía de la punta del bolígrafo se convirtió en la huella de una despedida, de un enfrentamiento tardío, del valor de tocarme por fin a mí misma.


Enfrentarse al mundo interior: Mirar la grieta, no el espejo...

La expresión «enfrentarse al mundo interior» suena romántica.

En la práctica, no es tan estética.

Mientras me enfrentaba a mí misma no escribí frases elegantes ni me sentí una sabia iluminada.

La mayoría de las veces me juzgaba: «¿De verdad eres así de débil?»

Enfrentarse a una misma no era mirarse al espejo, sino aceptar la grieta que ni siquiera quería ver en ese espejo.

Al firmar Lo que queda dentro de mí, también pasé por un lugar que sonaba así:

«Quien lea estas líneas pensará que soy débil.

Me verá demasiado emocional.

Dirá: “Tanto drama es demasiado”.»

Entonces entendí que ya había pasado una parte de mi vida negándome a mí misma con tal de «parecer fuerte».

Si también voy a ocultar un libro solo para proteger la imagen que los demás tienen de mí, ¿para qué escribo?

En ese punto empezó algo más profundo que la «autoría»: eso que llamamos viaje interior.

La clave en ese camino fue esta:

No intenté explicarme ni demostrar que tenía razón; simplemente elegí decir: «Aquí me dolió.»

Y a veces la frase que cambia una vida entera es justamente así de corta.


Escribí esta obra para esa versión antigua de mí que «se quedó dentro».

En mi mente había una sola persona: una versión anterior de mí.

La que se dio cuenta de ciertas cosas tarde, pidió perdón tarde, se fue tarde, llegó tarde.

Mientras Lo que queda dentro de mí se convertía en libro, en realidad hacía esto por mí:

«Mira, te escucho.

Por muy absurda, débil o exagerada que te juzgue, tú también tienes una historia.

Y ya no quiero ocultarte esa historia.»

Después me di cuenta de que esa «antigua yo» en realidad estaba sentada en la misma habitación que muchas personas a las que nunca conoceré.

Personas que no lograron expresarse, que tenían miedo de ser malinterpretadas, atrapadas en el papel de quien «aguanta todo», intentando parecer fuertes mientras se desmoronan por dentro…

Al terminar el libro sentí esto:

«He escrito estas líneas para alguien, pero no sé para quién.

Quizá para ti.

Quizá para alguien a quien nunca conoceré.»


Lo que queda dentro de mí no es para mí un punto de llegada.

Es más bien una carta retrasada.

En esta carta no me justifiqué, no culpé a nadie, no afirmé haber entendido la vida. A lo largo de días, años, relaciones, silencios y pérdidas, solo quise ver, aunque fuera una vez, todo lo que se había acumulado dentro de mí puesto fuera, sobre la página.

Porque si una persona quiere «enfrentarse a su mundo interior», primero tiene que volverse transparente consigo misma.

Y a veces lo hacemos en terapia, a veces en una conversación con un amigo, a veces en una oración a Dios y a veces en las páginas de un libro.

Esta vez, mi camino tomó la forma de un libro.


Quizá esta obra sea una disculpa que se te quedó dentro; un «no te vayas» que nunca dijiste; un «me heriste» que nunca te atreviste a decirte con honestidad; ese viaje interior que llevas años posponiendo.

La primera chispa de este libro fue una pequeña confesión que nació en mí:

«Soy una persona que llegó tarde a sí misma.»

Si tú también llevas dentro, en algún lugar, una frase, un sentimiento, un «ojalá» que todavía no has dejado salir, sabe que estas páginas no son solo mías.


La verdadera pregunta de este libro es esta:

¿Qué es lo que queda dentro de ti?

¿Y cuándo te atreverás por fin a decirte: «Que ya no se quede dentro de mí»?

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